Jóvenes Brillantes

Experiencia del Autor

Desde las raíces:

Para poder entender por completo mi inspiración hay que remontarse a las raíces de mi familia.

Mis abuelos paternos tuvieron un hijo demasiado, pero demasiado lector. Le encanta leer, tanto que hasta un diccionario lo entretiene. Ese lector insaciable es mi papá, que además, es super fanático de la ciencia ficción y la fantasía como Starwars, Startrek y El Señor de los Anillos. Muchas de esas pasiones me heredó (aunque no lo de entretenerse mucho con el diccionario).

Por el lado materno, tengo una abuela escritora y pintora. Ella es tan expresiva que tuvo que aprender a escribir poemas y pintar cuadros para darle forma a toda esa emoción. Mis dos abuelos le heredaron a mi mamá un don que a su vez me fue heredado: el don de viajar al cielo y volver; por eso es que a veces me dicen que estoy en las nubes. 

Esas pasiones heredadas son las que influyeron en mí para escribir sobre fantasía y ciencia-ficción. 

También tuve una gran influencia de mi hermano mayor. A él también le gustaban los superhéroes y mis mejores recuerdos son cuando nos disfrazábamos con máscaras y vivíamos nuestras propias aventuras. Eso desarrolló mi imaginación, pues jugar es una de las mejores formas de expandir mi creatividad. Después fui yo quien jugaba con mi hermano menor.

Un día aprendí a leer y aunque no me acuerdo de ese día, si me acuerdo de otro más importante: Cuando me dieron mi primer libro de fantasía: Las crónicas de Narnia: El león, la Bruja y el Ropero. Ese libro de más de 200 páginas me lo leí en una o dos semanas, y eso que tenía 6 años. Desde aquel día empecé a leer y no he parado.

El sueño

A los siete años tuve un sueño. Trataba de un ogro gigante con piel fuxia vestido con una ropa de cavernícola que tumbaba un bosque de hongos gigantes, si me acuerdo bien yo estaba en ese bosque y corría para salvarme.

Ese sueño fue lo que me impulsó a escribir un libro de una vez por todas – sería de aventura y fantasía. Ya hace tiempo tenía ganas de crear una historia como las que leía, así que inspirado, le pedí un cuaderno a mi mamá, le dije que iba a escribir un libro y decidí empezar. ¡Ya me imaginaba como un autor reconocido y famoso, la idea de parecerse a los grandes autores ardió en mi interior!

Escribiendo un libro

Primero inicié dándole nombre al personaje e imaginando parte de la historia. Estaba listo. Agarré mi lápiz y mi cuaderno, abrí la primera página y empecé a escribir. 

La primera parte, cuando viajan al mundo mágico, era demasiada parecida a Narnia. Muchos de los elementos que ponía, también se asemejaban a otros libros. Tuve que ir haciendo algunos ajustes en el camino. 

 

Sólo escribía cuando me sentía inspirado. Mi mami me motivaba a seguir. Nunca dejé de leer y cada vez que leía nuevos libros y veía películas, mi mente se abría y conseguía nuevas perspectivas e ideas. Tenía claro el objetivo: hacer un libro de mínimo 100 páginas, y mejor si se convertía en una saga.

 

Mi libro fue evolucionando, al principio era de lo más simple y poco a poco adquirió mayor complejidad. 

La edad oscura

Uno de los libros que leí durante mi proceso de escritura me metió en el drama y la tragedia. Tanto así, que pensé que algún personaje tenía que morir. Así pasé un buen tiempo, hasta que maduré un poco y encontré mi equilibrio. Para cuando pase esa época me volví más sabio y aprendí nuevas emociones que me permitieron hacer ajustes en el libro. 

Terminando el libro

Me costaba avanzar. Me distraía bastante y todas esas cosas. Después de mucho tiempo, a la edad de 11 años, cada vez me sentía más inspirado y la idea de acabar con el libro me emocionaba: ¡Iba a tener mi propio libro escrito!

 

Me acuerdo de ese día: Estaba en el cuarto de mis padres escribiendo, estaba inspirado. Me di cuenta de que en ese momento iba a terminar el libro, mi mano dolía y ardía pero se movía lo más rápido posible; 1, 2, 3 páginas se estaban escribiendo. ¡Ya solo faltaba un párrafo! Pero quería descansar mi mano y dejar de escribir. Me obligué a seguir escribiendo ¡Faltaban tres… no dos… no una palabra! 

 

Y la escribí.

El divertido/aburrido proceso de la edición

Ya tenía un libro, pensaba que ya prácticamente estaba listo pero no… me equivoqué. Faltaba el legendario proceso de edición. No sé lo que piensen ustedes pero en realidad es de lo más importante. Hubo demasiados cambios y modificaciones, lo que pasa es que el manuscrito sólo era un borrador.

 

Empecé la edición con mi mamá y luego con otro editor más especializado. Ahí fue cuando noté la cantidad de errores que tenía mi libro, toneladas de errores. Pero no importaba pues los corregimos y aprendimos de ellos.

 

Al final volví con mi mamá que había hecho una editorial: Lux et Gaudium (Luz y Alegría). Me apoyó bastante y se convirtió en mi editora oficial. Buscó ayuda y aprendió a editar ella misma como yo aprendía a escribir. Ahora acabo de firmar con ellos…  

 

¡Mi familia fue siempre la que más me apoyó!

Todo esto ha sido un proceso de aprendizaje. De toda esta experiencia me llevo una gran enseñanza… aprendí que siempre se puede mejorar y que la pasión también se puede plasmar en un papel y que el límite… es el cielo.

Evento de lanzamiento del libro en la ciudad de Manta – Ecuador, Octubre 2022.