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SOMOS VULNERABLES

El día de ayer íbamos transitando por las calles de la ciudad donde vivimos en Manta, costa ecuatoriana.  En el camino, nos encontramos con un control militar donde estaban muchas personas de las Fuerzas Armadas y algunos tanques de guerra revisando a carros que venían y salían de la ciudad. Inmediatamente nos preguntamos qué estaba ocurriendo, esperando que a nosotros también nos detengan para la revisión. No fue así. Nos permitieron seguir, pero nos fijamos que el control iba mucho más allá de “lo normal”.  No solo pedían documentos, sino que las personas estaban obligadas a bajar del auto y ser revisadas de pies a cabeza al igual que todo el interior de su vehículo.

¿Qué nos produjo esta experiencia? Pues algo de miedo. No comprendíamos que sucedía. Vino a nuestra cabeza una hipótesis como: “seguramente están detrás de alguna persona involucrada en drogas”. Más adelante pudimos ver un comunicado del alcalde indicando que era un “control de armas”. ¿Será verdad? Nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que el encontrarnos con ellos nos produjo una sensación poco agradable y de miedo. Una sensación que no podemos comprender. Una sensación que trasladó nuestra mente a Afganistán.

Solo pensar la situación por la que están pasando en este momento nos genera tanta tristeza y dolor. Solo el imaginar que tantos seres humanos han tenido que pasar sus vidas enteras con la zozobra de una posible explosión, en medio de una guerra poco comprendida en donde se ha perdido objetividad y en donde las grandes potencias generaron de alguna u otra manera lo que está sucediendo.

¿Qué paso? ¿Qué hay detrás de la decisión de Estados Unidos? ¿Qué es tan importante que el costo que pagarán mujeres y niñas afganas es considerado irrelevante? ¿Qué está haciendo el mundo para aliviar esta situación? ¿Qué están haciendo los organismos internacionales para defender los derechos de las mujeres y niñas? ¿La religión puede imponer sus códigos morales, aunque esto represente una vulneración a los derechos humanos?  ¿Acaso no nos encontramos en una época donde se supone ha habido grandes conquistas a nivel mundial sobre los derechos humanos? ¿sobre los derechos de las mujeres?  ¿Acaso cada día no nos encontramos con ejemplos de mujeres que lideran en diferentes ámbitos, incluso a una nación completa? Entonces, ¿cómo comprender lo que sucede en Afganistán? ¿Cómo comprender la vulnerabilidad a las que se encuentran expuestas estas mujeres y niñas? Están tan desesperadas que incluso declaran públicamente que prefieren perder su vida antes que someterse al régimen talibán. Están tan desesperadas pues en cuestión de un día sus sueños fueron arrancados de su corazón y en lugar de pensar en su futura forma de servir gracias a la educación que estaban recibiendo, han tenido que quemar sus libros, cerrar sus cuentas en redes sociales y planificar cómo harán para quitarse la vida en caso de ser encontradas por un talibán para evitar ser abusadas, maltratadas, cuestionadas y asesinadas.

¡Wow! En pleno Siglo XXI nos hemos trasladado al pasado. Parece que los grandes pensadores tienen razón. La vida humana es cíclica y los errores se repiten; sin embargo, al ser cíclico, ¿acaso las posibilidades de cambio, también lo son?

¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Cómo podemos empujar este cambio? ¿Cuáles son tus posibilidades desde donde estás? ¿Cuál puede ser nuestro aporte en el momento actual?

Si tienes respuestas o sugerencias a esas preguntas por favor no dejes de escribir y exponerlo al mundo.    

Ana Cristina de la Torre & Adolfo Cevallos, 28-agosto 2021